Letras tu revista literaria

sábado, 26 de febrero de 2011

De las estatuas

El silencio de las estatuas de sal,
perturbaba mi memoria.

El deseo se evaporaba

como un brillante recuerdo

acuoso que,

definitivamente,

se había diluido

en la trama y urdimbre

del pozo del tiempo.


lunes, 14 de febrero de 2011

Atardeceres en la tierra de Mansor

Fotografía E. de Juan


I



En las tardes que contemplo,

sentado en una duna,

caer el sol en el horizonte,

miro la línea que separa

la tierra del cielo,

y pienso que cerca,

caen bombas asesinas,

que arrebatan la vida a miles de inocentes.



Bombas que distribuyen metralla

sin escrúpulo alguno.



El sol se tiñe de rojo,

rojo sangre, rojo inocente,

rojo penetrante, rojo doliente.



II



La línea del horizonte separa el cielo de la tierra

como separan a los hombres las ideologías y las religiones;

niños agnósticos

contemplan cómo se extinguen sus vidas.



El cielo sangre,

violeta luz, violenta bandera,

violenta mirada de inocentes niños.



Occidente, mal padre,

mala madre que castigan

con destrucción, dolor y destierro.



El valor de la vida en manos de hombres oscuros,

que venden óbitos como acciones de empresa.

Cada segundo la muerte cotiza al alza.



III



Cada segundo miles de seres fenecen,

cada segundo quedan abandonados

a la deriva los niños de la guerra.

Niños que verán sucumbir sus vidas,

sin entender por qué razón les castigan.

Niños de miradas tristes,

llanto amargo y rostros compungidos,

son las victimas de la tiranía

de adultos enfebrecidos por el poder,

que todo lo corrompe y corroe.



La paz no debe sustentarse de soldados,

de armas, de dolor y desolación,

sino de poemas y amor.



IV



La paz ha de alcanzarse con la lira

del pensador, y la música del trovador,

con balas, pero balas de corazón.



Balas solidarias, balas abrazos,

balas abrigo, balas medicina, balas comida, balas justicia, balas amor.



El niño inocente contempla el ocaso

con los ojos llenos de lágrimas.



El holocausto se ensaña con su vida.



Inocentes hijos de la guerra.



Las bombas que occidente

fabrica y lanza sobre su mundo

destruyen su esperanza,

condenando al llanto su sonrisa.



V



El cielo teñido de rojo,

los inocentes caídos.



Miradas tristes

afilan su venganza.



Un grito unísono

rasga el cielo.



El hombre poderoso

también siente miedo.



El sol teñido de rojo

sobre el horizonte.



Una boca grita

con las voces de millones de afligidos.



Balas solidarias, balas abrazos,

balas abrigo, balas medicina, balas comida, balas justicia, balas amor.


Del poemario 13 Náufragos, publicado por Letras Uruguay

domingo, 6 de febrero de 2011

Restos I


Yo soy un resto

de unas piernas

y unos brazos,

y no me queda tronco

donde asentar la cabeza.



Yo soy el náufrago

que se estrella cada noche

en esas playas de blanca arena.



Yo soy pedazos rotos de una esperanza.



La barca se hunde,

caemos a un inexplicable vacío

donde reina una tenebrosa oscuridad.



Yo soy el sol de rayos encendidos.

Del poemario 13 Náufragos