Letras tu revista literaria

viernes, 26 de noviembre de 2010

Perversiones. Breve catálogo de parafilias ilustradas

Vagamundos

Libros ilustrados

Perversiones. Breve catálogo de parafilias ilustradas

Perversiones nos ofrece una escogida selección de relatos eróticos. Autores como Neuman, Olgoso, Esquivias, Brasca o Moreno Valencia acompañados de ilustradores de primer nivel como Raulo, Martín Pardo ó J. López, nos proponen una inmersión literaria en el enigmático mundo de las parafilias.

Editorial Traspiés

foto@traspies.com

www.traspies.com http://www.vagamundos.org/

Autores


Andrés Portillo, Rafael Linero, Raúlo Cáceres, Ángel Olgoso, Antonio Dafos, Isabel González González, Manuel Moyano, Quim Pérez, Jorge Fornés, Vicente Muñoz Álvarez, Hugo Rg [pobreartista, Joaquín Torres, U! a.k.a Uriel A. Durán, Ginés Cutillas, Miguel Sanfeliu, Fusa Díaz, Cristina de Cos, Fco. Javier Pérez, Pablo E. Soto, Hugo García, Marina Guiu, David González, Pablo Gallo, Carlos Vitale, Manuel Rebollar, Ana Ayuso Verde, Isabelle López, Francisco Naranjo, Alejandro Santos, Rubén Little Nemo, Marina Baizán, Hilario J. Rodríguez, Elvis Gato, Juan Jacinto Muñoz Rengel, José Ángel Barrueco, Isabel Wagemann, David Guirao, Joan Ripollès Iranzo, El Bute, Eva Díaz Riobello, Salvador Moreno Valencia, Popá, Elías Moro, Martín Pardo, Carlos Manzano, Kikus, Nacho Cagiga, Felisa Moreno Ortega, Andrés Neumam, Juan Gonzalo Lerma, Manu Espada, Joaquín López, M. A. Cáliz, Pepe Cervera, Rita Vicencio, María Simó, José Ángel Cilleruelo, José Abad, Amanda Manara, Miguel Ángel Zapata, Federico Villalobos, José Cruz Cabrerizo, Esteban Gutiérrez Gómez, Oscar Esquivias, Pablo Ruiz, Carola Aikin, Raul Brasca.



El blog

http://parafiliasilustradas.blogspot.com/

Portada






Algunas ilustraciones del libro:



viernes, 19 de noviembre de 2010

Cualquier barrio en cualquier rincón del mundo




Veo este paisaje desde mi ventana

Y creo que ha estado ahí siempre

Como una eternidad absoluta

En la que no cabe la menor duda

De otra existencia.

Los edificios con sus ojos ventanas

Y sus bocas puertas

Por las que se tragan a los inquilinos;

A las inquietas mujeres y hombres que vienen y van

Con ese eterno y cansino

Ritmo de lo cotidiano,

De lo usual, de lo establecido

Como una norma que

Nos abraza y atrapa

En su brazos asfixiando nuestras expectativas

De libertad.

Libertades distintas de las

Del hoy, día a día,

Ritmo monocorde y decadente

De los seres humanos

Que han hipotecado

Sus ilusiones, sus deseos

En pos de una falsa deidad,

Tan irreal, tan perversa

Que los destruye, sin que ellos

Puedan reconocer sus fracasos.

Veo, desde mi ventana

Enormes edificios

Que se me antojan

Cajas de zapatos en las

Que un niño jugando

Ha abierto ventanas

Para entretenerse.

Enormes cajas

Que acogen enormes pesares

Y enfermos se duermen

Los hombres

Pensando en un mañana mejor.

Sueñan con el fin de mes,

Con la paga, con comprar,

Gastar, gastar, malditos.

Ahora que ya somos

Más simples y dóciles clientes

Ríen y suenan las voces que salen

Por las ventanas.

Suenan mecánicas

Como de otro mundo

Y son las voces que llegan de las ondas,

Luces azuladas, rayos catódicos,

Se fugan por las ventanas y las voces,

Que a veces coinciden,

También se fugan por las ventanas

Hacia una incierta realidad

Volando sobre calles solitarias

E iluminadas con un color

Amarillo que invoca a la nostalgia.



II



En algún rincón de este barrio

Oigo la algarabía que hacen los chiquillos

En el patio del colegio.

Quedan en ellos las esperanzas,

Las ilusiones, los deseos

De que cambien el mundo,

Que hagan un lugar

Más digno para habitar,

Un lugar donde lo primero sea el amor.

Que vuelvan las princesas y dragones

Y los cuentos y leyendas

Que llenen nuestras noches de sueños y

Desaparezcan las pesadillas

De éste cruel monstruo

Del consumo.



III



Todo se evapora

Y desaparece como

Estar en una realidad

Incierta o en una irrealidad

Cierta,

Como una nube o una cita

Empeño mis ojos en tu

Cuenta corriente y suben

Y bajan los intereses

De la epidermis y rojos

Los poros de hielo se

Azulan madre selvas

Y siempre muertas y

Doncellas envían sus

Últimos suspiros a

Un verano que flota

En el espeso aire

Que canta a la derecha

Y a la izquierda de

Ese fatídico dios.

Me evaporo y vuelvo

Al lugar de donde vengo,

La nada.



IV



Se acaba el tiempo

Y sigue la nada

Y el silencio y

El ulular de los

Vientos chocando

Sobre rocas,

Y amanece en la nada

Una memoria esclava

Se evapora y muere

No hay nada, no hay

Aire, agua ni perdón,

Los hombres recogen

Sus inquietudes

Y se descabalga un jinete amorfo

En el espejo de la luna.

Tiempo hacedor, te vas,

Pero sigues.

Yo ya soy ausente

Y olvido.

Luego Nada a la que vuelvo.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Dos abismos gemelos

Saltan alegres los hombres


Altas nubes oscuras

Lluvias torrenciales acechan

Velando la visión del

Alma.

Dando la vida

Obsequiada a la

Razón y a la locura.



Salen alegres los hombres

A la luz desde el abismo

Luces llenando la

Vida, luces llenando las

Almas.

Dones de toda existencia

Obsequiados para los caminos

Retornos idénticos, siempre furtivos.

viernes, 5 de noviembre de 2010

La insatisfacción

La lluvia, para algunos,

paréceles triste, y

se derrama en su corazones

la melancolía como una cucharadita

de miel

sobre una humeante taza

de té.

Lloran en un gesto comparativo

como queriendo ser lluvia también.

Pero la lluvia cae ajena a ellos,

y,

seguirá cayendo,

ni triste

ni alegre

sino siendo un detalle más

de este grandioso escenario

donde interpreta sus mejores obras

la naturaleza.



El otoño, para otros,

paréceles triste, y

caen sobre sus corazones

las doradas hojas

iluminando las sombras,

pero ellos

sólo sienten tristeza.



El invierno, para aquéllos,

paréceles frío y lúgubre

como si en sus ojos

las lágrimas

se convirtiesen en carámbanos

de un azul brillante que,

lejos,

para ellos,

de parecerles bellas lágrimas de Océano,

parécenles horribles y funestas dagas.



La primavera y el verano, a éstos,

parécenles alegres y jubilosos,

sin embargo hasta la belleza de ambos

se les antoja insuficiente.



Tanto los primeros, como los segundos, los terceros y los últimos,

padecen una tristeza de corazón

de la que no saben desprenderse.