Letras tu revista literaria

lunes, 23 de febrero de 2009

Tais y la leyenda del farol nórdico

Se encendió la luz del farol, Tais se quedó perpleja porque aquel acto no había sido obra de sus actos, ni de sus dedos, ni de su mano, ni de su brazo; había sido el efecto de la acción de unos dedos, una mano, y un brazo que no le pertenecían a ella, sí era él, el portador de la garra de acero que sin dudarlo ni un segundo aferró el cuello de Tais y comenzó a estrangularla…

En ese momento, precisamente en el que ya el color de la piel de Tais se comenzaba a mostrar azulado, se oyó un estruendo en el exterior y la garra soltó el cuello de la mujer y se esfumó, la lámpara todavía refulgía ofreciendo su danza de fuego donde los toros de Tais bufaban salvajemente esperando resurgir de las tinieblas a las que habían sido desterrados por la reina Siat cuando ésta gobernaba sobre la tierra de Nor...