Letras tu revista literaria

martes, 21 de octubre de 2008

Esa mirada furtiva


Se fuga, la mirada, la de la chica que me escruta de arriba abajo sin quitarme los pantalones con la misma, se fuga hacia más allá de la etiqueta, la de mi pantalón o la de mis gafas, o la de mi cinturón, sí, su mirada extraviada en los botones de mi chaqueta de marca y en el reloj del pulsera, también de marca…

Se fuga, mi mirada, la mía, sí, la del chico tierno y dulce bajo la camiseta escotada por la que se intuyen sus (¿terribles?) increíbles pechos que retozan al compás de su vaivén de caderas. Sí, se fuga mi mirada tras su (¿terrible?) trasero que endemoniadamente se mece ante mis ojos atónitos, sí, me fugo en una orgiástica escena…

Se fugan, las miradas, de las personas que me miran escrutándome como si fuese un pez enfermo de ojos saltones y piel amarillenta donde se ve que el rojo original va desapareciendo conforme soy observado; sí, se fugan los ojos centenas de ellos como huevos estampados sobre un muro, pero en este caso sobre mi angelical rostro aniñado de setenta años…

Se fugan, ellos, los otros, absortos mirando escaparates donde hoy no hay peces que vender, ni pulpos que comprar, donde sólo gafas de marca, pantalones de marca, camisas de marca se asoman como hienas sonrientes enseñando sus sucios dientes…

Se fugan, ellas, las otras, alimañas pertrechadas por la guerra, en pos de un objetivo: romper escaparates donde como victimas de un holocausto, las gafas de marca, los pantalones de marca, las camisas de marca piden asilo político en un país de Asia…

Se fuga mi paranoia descalabrada de esta noche, noche donde rima la rana con el grillo y en tu escote escondo pepinillos para saborearlos más tarde, cuando ya tus gafas de marca, tus pantalones de marca, y tu camisa de marca estén esparcidos por el suelo y nosotros (tu mirada y la mía), nos fuguemos en un insólito himno de lenguas entrelazadas como eslabones de cadena, de la cadena con la que te atas tus pantalones, de marca…